En épocas en las que no existían los modernos métodos de refrigeración y congelación, el vendedor de pescados tenía su mercadería desde la mañana temprano. Con el correr de las horas, las piezas se iban deteriorando. Por eso, si a cierta hora del día no se habían vendido, el hombre comenzaba a preocuparse.
Fuente: Dichos y refranes
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